ENMUDECIÓ EL PALENQUE (Homenaje a Vicente Fernández)

Por Gustavo de Victoria

 

Grabaré en la penca de un maguey tu nombre mi Chente, con lápiz en mis primeras libretas escolares. ¡Cierren las puertas señores! la pelea va a empezar, por el gallo de amores malditos, bendecidos con tequila y al son de la guitarra. A donde quiera que vaya, me han de encontrar tus canciones para volver y volver en brazos de los amores.

            Tú lo has dicho, es mi orgullo haber nacido en el barrio más humilde, descendiente de Cuauhtémoc y mexicano por fortuna. Como mi padre, cruzaste el río grande nadando y muchos te hicieron los mandados. De un rancho a otro, llegaste a los brazos de la amada, en tu caballo o de chofer con guaraches o botas de charro por todo México a la sombra de cazahuates floridos con ilusiones.

Tú serás siempre El Rey de mi México ranchero con el sabor de las tortillas de comal, frijoles y nopales. Voy a tu Guadalajara para brindar en tu rancho “Los Tres Potrillos” y llorar juntos por nuestros queridos viejos. Lo siento por ti, pero te dejo mi copa y el resto de la botella, me está esperando María y voy a mirarme en sus ojos.

 Esa será otra historia para cantarla juntos, como un precioso regalo, hermoso cariño que Dios nos dejará como tu herencia. Contigo aprendí a vivir el presente y no olvidar lo importante: el amor a Dios, a los padres, los hijos y la mujer. Los amores no se esconden y por ellos nos quitamos la camisa y lo damos todo.

Tú, solo tú para cantar las rancheras. En la ruleta del amor apostaste en cada nota la vida completa. Nunca perderás la partida como los buenos gallos o los caballos de pura sangre. La mujer merece todo y aunque nos dejen llorando y con el alma hecha pedazos, son divinas y no queda otro camino que adorarlas. No hay en el mundo ningún otro ser como ellas. Estoy de acuerdo contigo. ¡Salud!

 Una carta recibí, hoy en la fiesta de fiestas de la Madre de todos los mexicanos. Con ella nos recuerdas que un gran amor vale más que mil costales de oro. La escuché en tu canto y me dieron ganas de gritar con golpes de pecho: ¡ah ja, ja! verte de frente y brindar a tu salud, salud, salud hasta la última gota, para brindar, brindar y brindar. ¡Gracias Chente! A la buena lograste embrujarnos.

Hoy y siempre lo dirá mucha gente, no importa que pase el tiempo, tu canto estará con nosotros y cuando se me acabe lo bueno que soy y me llegue lo malo por dentro, seguiré tu ejemplo y sin meter las manos ni en defensa propia, rezaré un rosario por ti y consumiendo las botellas, cantaré tus canciones.

Tienes razón, el tiempo podrá borrarlo todo, pero nunca los amores ¿Por qué llorar, porqué sufrir? si, al fin y al cabo, si dejas huella no vas a morir. Siempre buscaremos en el alma los cariños que traemos dentro. Estás en nuestro corazón, también nos urge que nos arrullen entre sus brazos y nos quiten de sufrir con besos enamorados. Tenemos derecho a vivir aún después de la muerte, ya se destaparon cuatro ases. Tu camino y el mío seguirán los senderos y hemos de ganar la partida, aunque nos persigan un montón de recuerdos ingratos en esas noches sin sueño.

Ya se escuchan las golondrinas en el peor momento. Aprendiste a volar y te vas muy lejos. Nos dejas las emociones para no olvidarte. Vas a caminar, vas a navegar, pero ni así te podremos olvidar. No te vas derrotado ni con el corazón dolido, porque no te dejaremos solo. En tu despedida cantaremos con mariachi y muchas botellas. Dios te ha dado una muerte tranquila bajo el sol de tu patria, en un petate al estilo ranchero, vestido de charro y el rostro cubierto con tu sombrero. No habrá llanto, ni penas ni tristezas, solo canciones y alegría por todo lo que nos diste.

Cuando nazca el nuevo día en el oriente, zarpará la nave al fin donde te alejas, y al atardecer se apagará la llama de tu voz, pero nunca el sentimiento colgado en esa cruz de olvido para acompañarnos siempre. Ojalá que te vaya bonito y se acaben todas tus penas dónde vayas, con días de sol y noches bellas, en el palenque eterno, el escenario perpetuo donde entregarás las llaves de tu alma. Todas las luces quedarán encendidas con las notas del mariachi, tu mariachi, para escucharte cantar con tu pecho de acero retumbando más allá del tiempo y la distancia.

            Hoy vamos a celebrarte y a darle rienda suelta a los antojos, para hacer vibrar con tu voz los corazones ¡Salud y muchas gracias! Hiciste llorar mis ojos tantas veces, enredado en lágrimas por los amores, la familia y los amigos y hoy nos queda sólo el alma rota para acompañarte en tu última canción. Nos olvidaremos de todo, menos de ti porque la diferencia entre tú y todos los demás es que eres y serás siempre el más grande, el único, le pese a quien le pese ¡Ay dolor, ya me volviste a dar!

            Aquí estoy con los amigos y tengo en mis brazos una guitarra, en la mano mi tequila y las notas como lágrimas. Lo escribí en las puertas del palenque ya cerradas. Acá entre nos, siempre te voy a recordar y te confieso la verdad, allá en mi triste soledad me han dado ganas de gritar para que escuche el monte y con su ley grabe tu nombre en el mármol de los magueyes. Ellos saben todas tus historias y hacen renacer los recuerdos de esos labios queriendo besar y los ojos bañados de luz.

Enmudeció el palenque y se han encendido cuatro cirios en tu homenaje. No dejaremos de aplaudirte para que nunca dejes de cantar y gritaremos contigo ¡Ya pa’ qué quiero la tumba! ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! ¡Fuego!

 

 

Noviembre 2024

También te podría gustar...