SONATA DE LLUVIA PARA VENTANA ABIERTA

Texto y captura de imagenes por Julieta Orduña.

 

 

“Yo tuve la culpa, yo le abrí la puerta, bueno, la ventana”. Así inicia en voz en off un montaje que deja atrapados a los espectadores al no saber qué va pasar en ese drama. Nos imaginamos sin duda que es un thriller psicológico y acertamos, un triángulo amoroso de dos mujeres y un hombre, que se vuelve una relación tóxica y que los lleva a una tragedia.

En primera instancia la función es presencial con aforo limitado, también tiene transmisión en línea. En mi caso, la presencié de manera virtual y fue muy grato encontrar el trabajo en Zoom de gran calidad con movimiento de cámaras y un juego de luces que dio ritmo y vistió cada una de las escenas. El director Rodrigo Johnson, egresado de la carrera de Dirección del Centro Universitario de Teatro (CUT), señalaba después de la función: “Tenemos tres cámaras fijas que nos permiten ver todos los ángulos. La obra juega mucho en la penumbra, tipo cine negro al estilo de Hitchcock. Por otra parte, yo iluminé para la escena cuidando que no quemara la intensidad de la luz porque ya no se vería bien en cámara. No es una toma fija abierta, sino que hay un poquito de juego y le da ritmo”.

La música también tuvo mucho que ver en el contexto de la trama, ya que inicia con una canción de rock latino de Bon y Los enemigos del silencio, “Voy a buscar la paz interior en tu interior, te voy a partir en dos…”, así como música incidental que da ambientación a cada acto, en el diseño sonoro y musicalización de la obra estuvo Leoncio Lara.

La escenografía básicamente es una gran ventana sugerida, la cual funge, en algún momento, como la entrada a la casa y juega un papel relevante en la historia; la ventana y el trazo escénico lo realizó Víctor Gatell. Este recurso de gran formato está presente en casi todas las escenas, sobre todo en aquellas que indican el presente, es decir, no es una obra lineal, sino que hay un cambio de tiempos: entre 17 flashback y flash forward hace sumamente interesante la puesta ya que el discurso se va explotando poco a poco, dejando un interés por conocer más de la trama, con idas y vueltas.

En el diseño de iluminación está Rodrigo Johnson, que en combinación con toda la producción a cargo de Dobrina Cristeva y Jandra Ramos hacen que la puesta en escena sea atractiva tanto para sala como plataforma virtual (Zoom). Cada oscuro, cada diseño de imagen de los personajes, todo esto crea una atmósfera lúgubre que hace que no se pierda la atención en ningún instante. En algunas escenas aparecen congelados los personajes y connotan una pintura que embellece el producto escénico.

“No sólo son espacios físicos, sino espacios mentales”, señalaba el director, y es correcto ya que, aunque no hay mucha utilería, sólo unos cuantos muebles por ejemplo, un comedor. En lo que se profundiza es en conocer la psique de cada uno de los personajes: Dobrina Cristeva (Elena), Lourdes Echeverría (Roberta) y Pablo Gálvez (Damián). Cada uno de ellos están envueltos en una marcada violencia. Primero el joven con la mujer adulta inicia un romance que traspasa las líneas del respeto y se convierte en una relación de dependencia y abuso. La amiga de la susodicha también entra a ese juego de manera clandestina. Ambas anhelan ser amadas, sin investigar quién es aquel sujeto con personalidad patológica y hasta dónde puede llegar con ellas. “Es un problema que atañe a hombres y mujeres, que muestra la complejidad humana” (Johnson).

A partir de las tres actuaciones con gran credibilidad, el público reflexiona el retrato de hoy y siempre que acontece en la humanidad y cómo la soledad lleva al individuo, en algunos casos, a la desesperación por tener alguien con quién convivir sin importar el daño que esa relación puede causarle a futuro.

Una pluma brillante como es la de Carmina Narro, dramaturga con estudios teatrales en análisis teatral, dirección, actuación, etc., da a conocer esta obra, la cual ya tenía preparada desde hace tiempo: “Es un texto que escribí en 2016 y hasta ahora pudo ver la luz. Me importaba mucho escribir sobre la confusión de la violencia que hay en la mujer, esa necesidad malsana que tenemos las mujeres de sentirnos amadas y pasar de largo las señales de peligro, terriblemente maltratadas, y que necesitamos a fuerza a alguien que dizque nos ame. Es una tragedia que estamos reflejando de salud pública mundial.”

Sin duda mueve conciencias, despierta mentes y alerta a aquellas y aquellos que no quieren ver más allá de su realidad, es una historia que hace que no se vea a la mujer como:” la pobrecita de la historia”, sino a la mujer con debilidades, pero con la conciencia de que no está bien su proceder.

Tanto a la autora como al director les gustó el resultado de estas funciones híbridas, cuyo trabajo ha sido el doble de esfuerzo, pero se han llevado un aprendizaje, el teatro se puede lograr de varias formas: “Fue un experimento. Para trabajar el análisis del texto, el Zoom es bastante conveniente porque los actores donde estén se pueden conectar, pero la carnalidad y la presencia que requiere el teatro faltó y lo hemos ido construyendo en las funciones en la medida de lo que se ha podido”, señala la productora y actriz, Dubrina.

La pasión, la entrega que tienen la mayoría de los artistas de teatro es envidiable, a pesar de las circunstancias que se sigue viviendo por la pandemia del covid-19, las compañías siguen adelante y es el caso de Teatro Perpetuo: “Es un acto de resistencia a la situación económica de la cultura nacional”.

Sonata de lluvia para ventana abierta seguirá en cartelera todos los lunes de julio y principios de agosto a las 20 horas en Teatro La Capilla de la Ciudad de México y con transmisión en línea.

 

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